Los
servicios de orientación tienen como
misión principal que las personas que buscan empleo sean autónomas en el
proceso de búsqueda, poniendo a su disposición los instrumentos, herramientas y
estrategias que favorezcan el desarrollo de esas
competencias.
Los cambios constantes del mercado de trabajo
nos obligan a conocer el contenido de los puestos de trabajo a los que queremos
optar, valorar si contamos con las competencias necesarias para trabajar en lo
que queremos, si nos sirve la experiencia que ya poseemos o si necesitamos algún
título o certificado determinado para realizar un determinado trabajo…
Del mismo modo, que necesitamos saber cómo son los sectores productivos y las
empresas de nuestro entorno, cuáles son los puestos de trabajo en los que se
está generando empleo y dónde los podemos encontrar, etc.
La orientación profesional nos ayuda en todo
este proceso, facilitándonos las herramientas y los recursos para conocer la
realidad actual del mercado de trabajo y los requisitos que nos piden.
Teniendo en cuenta esto, añadir que, como
orientadores laborales, es fundamental tener, y si no tenemos, aprender y
desarrollar nuevas formas de enseñanza, estar continuamente innovando en
nuestro trabajo, con esto me refiero tanto a la adquisición de habilidades sociales, fundamentales en
nuestro día a día al tratar continuamente con personas, como en las herramientas que utilizamos. Igual que
aprendimos a manejar un ordenador, por complicado que nos pareciese en su
momento, a mandar correos electrónicos o a manejar determinados programas, podemos y debemos conocer las herramientas digitales. Muchas veces recurrimos a herramientas conocidas por no “complicarnos la vida”
o porque se nos hace un mundo aprender nuevos recursos, sobre todo si estos son
digitales, pero la mayor parte de las veces al darnos cuenta de que “somos
capaces de hacerlo”, seguramente nos sintamos satisfechos con el trabajo
realizado y no alegremos de haberlo realizado porque será justo en ese momento
cuando estemos en condiciones de opinar, criticar y decidir si lo queremos usar
o no en el futuro; y si esa herramienta en cuestión es capaz de hacernos el
trabajo diario más fácil y llevadero seguro que la adoptaremos como herramienta
de trabajo como hicimos anteriormente con otras muchas.
El desarrollo de las habilidades sociales es un aspecto clave y prioritario en el proceso de orientación. Además, resultan ser conductas aprendidas, esto quiere decir, que no nacemos con un repertorio de habilidades sociales, sino que a lo largo de nuestro vida, vamos incorporando algunas de ellas para comunicarnos con los demás. El hecho de poseerlas evita la ansiedad en situaciones sociales difíciles o novedosas, facilitando la comunicación emocional, la resolución de problemas y la relación con los demás.
Como hemos podido ver, el tema de las
habilidades sociales se encuentra presente en nuestra vida diaria, ya sea tanto
por la presencia de éstas como por su ausencia, tanto en ambientes laborales
como entre amigos. Aprender y desarrollar estas habilidades en uno mismo es
fundamental para conseguir unas relaciones óptimas y satisfactorias con los
demás. Son muchos los beneficios que obtendremos con su puesta en práctica,
como conseguir que no nos impidan lograr nuestros objetivos, saber expresarnos
y tener en cuenta los intereses, necesidades y sentimientos ajenos.
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